América Latina y El Caribe es la única región en desarrollo que puede acabar con el hambre en nuestra generación. Tiene 53 millones de personas subnutridas (10% de la población) y 9 millones de niños con desnutrición crónica, pero también es la prinicipal productora mundial de alimentos y tiene recursos financieros, naturales, humanos e institucionales para hacer del hambre un recuerdo del pasado. Es básicamente un problema de desigualdad en el acceso a los recursos.
En América Central, la desnutrición crónica infantil es el principal indicador para medir el hambre estructural, oscila entre el 54% de Guatemala y el 19% de Panamá, con la notable excepción de Costa Rica con cifras menores de 5%. Según las últimas cifras de FAO, en la región centroamericana hay casi 9 millones de personas hambrientas, y las expectativas son que esta cifra aumente por el impacto de la crisis económica mundial.